Día de Mercadillo

Te olvidé en Granada,
te dejé para siempre morir
mientras yo andaba en Andalucía.

Caminaba entre gitanos,
con la música entre mis cabellos,
y sus manos estancándose
en mi deseo.

Me quedé con su esmero
en rozarme y reventarme
el oído con sus besos, su aliento.

Un ángel calé, trigueña,
salerosa, soleá,
queriéndola, la quería, hasta la vida.

La luna sureña y la sombra
de sus pestañas, sus mismos ojos,
nidos de belleza que toda la vida mía
con un simple pestañar doman.

La tuve que querer y querer
que pena mi vida
si tanto la quise por querer
y para todo triste fin
la deje ir
para andar a querer a quien no quería querer.

Ay, mujer gitana,
andaluza, cielo de mis sueños
perdona por no querer que me quisieras
pero el querer a por la libertad
es el mas grande querer.


Olvidé a dos mujeres en Granada,
olvidé la música y las caricias,
pero ahora las recuerdo,
como aquel querer que quise,
verdaderamente sin querer.

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