A la Patita

Nadie se atrevió; ni siquiera pensó
en decir algo mal de ti.
Tanto amor, sacrificio y enseñanzas
(que)
lo que más temo 
es no ser bueno
y encontrarme en otro lugar
que no sea en el cielo, a tu lado.

Mi Voz

Mi voz, luz de estrella,
dice tristemente
'¿dónde podré volver a brillar?'

Toda la esperanza
entre la tiniebla se haya muerta.


No tengo corazón,
sino un temblor de tristeza.
Mis alas mojadas
Son tan pesadas como mis piernas;
Mi alma sumida en sombras
extraña la luz, arañada o perfecta.


Sale, lo hecho a pedazos,
de forma alegre
como una risa con eco.

El campo sembrado con calaveras
florece con pensamientos de sol y promesas.

De toda la muerte
surge agua que florece
mejor que cualquier primavera.

Hay un Fuego



No es más que un deseo de ser abrazado. Las campanas en lo alto resuenan y suenan y vuelven a tronar. No es la mejor melodía que uno podría escuchar.

Frías bañan al pueblo, son las campanas en lo alto del cerro. No es más que un deseo de poder llorar, porque me duele cada muerto, cada ausencia en el mercadito, en la fila para comer tortillas con sal. Pues, nada más, ahorita no hay que hablar.

Es terrible la necesidad de guardarnos a escuchar las campanas en lo alto del cerro.

En el cerro las distancias se ven pequeñas. Caben en el meñique, anidan en el puño; así es más fácil guardar silencio.

El capelo de las campanas cubre lo que sí se entiende y lo que no. A veces los muertos se quedan afuera y hay que irlos a buscar, otras veces quedan bien trenzados como el petate donde dormían. Las ausencias se quedan a la mitad. Ahí, justo donde me brotan las lágrimas y los aullidos.

Recuerdo ausencias de las que decían “ya se alejó de aquí”, y luego le hacían fiesta. Había pulque y tamales. La muerte bien vivida es muy bonita y festiva. Hay lágrimas que son ahogadas por risas, pero cuando hay más muerte que vida, la celebración se torna en todas las hojas marchitas. Y ahorita quisiera olvidar cada ausencia, quemarla como braza de copal.

Y no es lo mismo decir esto en mayo o febrero o junio, que a mediados de octubre. Porque hasta el olvido se olvida de sí mismo frente a una sandía o mirando los cielos que tardan en hacerse noche porque beben más luz y sones en guitarra. En cambio cuando ya es otoño, pega diferente. Y aunque no quiera, se hace el recuento de quiénes no están y quienes sí. Se van llenando los campos de cempasúchitl y hay algo negro, tan bello como jodido.

La Caminata

Llevo herido el pasado a caminar.

Anda suelto por la vereda
y va dejando un rastro desangrado.

Se adelanta de mi y vuelve la vista
con sus ojos incrustados de miel y oropel.

Cuando vi la tristecilla que cumbraba su mirada
cayó oprimido mi corazón
ante la nostalgia
y el reseco resplandecer
de las cummbres
que se alzaban como obscura tumba
para mi culpa y mi perdón.
Dame un poco de espacio
para aliviar los ojos dolosos

Liberame de tus manchas
dejame ignorar la pena creciente

Una precaria paz
para aterrizar una noche
sin soñar con el mal
sin despertar sintiendo
todas las cicatrices quejandose
y todo lo que recuerdo
se ha embellecido de llamas

este dolor esta vivo
dame un poco de espacio
dame un poco de tiempo
para aliviar estos ojos

muerdeme en circulos
dame un poco de espacio
muerdeme en circulos
dame un poco de tiempo
muerdeme en circulos
muerdeme en circulos

Tenia Marido

Yo me la llevé al río
sin saber que tenía marido
se llamaba Pablo o Gabo,
Gerardo o fantasma;
siempre estuvo casada
y jugaba a que era conmigo.

Hubiera sido más gitano
y menos hombre,
menos hombre,
para no haberme
enamorado de una mujer con marido.

En la arena, en lo blanco
en cualquier lugar que andaba
ella me hablaba sin frío;
pero pasó el tiempo
y
veo que nunca fue quien dijo,
porque ella es una mujer
con muchos maridos.

Al Amor del Alma Mía

Con esa morena
para mi angustia
me viene calma

Ahora que me falta
ningún duraznillo
me endulza el alma.