Mi País Marchito

Esto que fue creado y luego dormido,
esto que fue enmudecido, usado y olvido,
yace entre ruinas y olas
de lava que todo han destruido.

Como un abierto pecho
que levanta la voz al cielo, como una flor de burla
que no tiene huesos, sólo columna y espinas.
¡Espinas para ojos sin párpados!

Oh profundidad de mentiras
arengadas o puras, son sueños tardíos,
como campanadas polvosas,
como abundancia de muerte.

Allí dentro, del pecho, no hay rojo,
sólo hay blanco, ya no hay fuego,
es un llanto abominable,
llevado en la noche, enfermo de fiebre.

Todo ha ido a caer
sobre orines y azufre marchito.
¡Mi país está brutalmente marchito!
Un perfume de esclavitud.

Todo rueda en polvo,
las cruces y el vino, todo reunido para nada,
un racimo de polen y colmos,
cada que llueve, también tiembla.

De tanto que lloramos,
cubrimos el luto con musgo,
no hay raíces, no hay descanso durmiendo en el suelo.
El sol es un dolor encuadernado.

Deshechamos el orgullo y la patria
para enfrentarnos a la frontera invasora,
de la sociedad política, y sus celos sombríos,
clavamos las garras, sin tener vida en la sangre.

La furia vive en viejas torres y panteones,
todos los verdaderos patriotas yacen enterrados,
y las lágrimas secas, por esperanza machacada
al ver a mi país como una semilla sin honor.