Hay un Fuego



No es más que un deseo de ser abrazado. Las campanas en lo alto resuenan y suenan y vuelven a tronar. No es la mejor melodía que uno podría escuchar.

Frías bañan al pueblo, son las campanas en lo alto del cerro. No es más que un deseo de poder llorar, porque me duele cada muerto, cada ausencia en el mercadito, en la fila para comer tortillas con sal. Pues, nada más, ahorita no hay que hablar.

Es terrible la necesidad de guardarnos a escuchar las campanas en lo alto del cerro.

En el cerro las distancias se ven pequeñas. Caben en el meñique, anidan en el puño; así es más fácil guardar silencio.

El capelo de las campanas cubre lo que sí se entiende y lo que no. A veces los muertos se quedan afuera y hay que irlos a buscar, otras veces quedan bien trenzados como el petate donde dormían. Las ausencias se quedan a la mitad. Ahí, justo donde me brotan las lágrimas y los aullidos.

Recuerdo ausencias de las que decían “ya se alejó de aquí”, y luego le hacían fiesta. Había pulque y tamales. La muerte bien vivida es muy bonita y festiva. Hay lágrimas que son ahogadas por risas, pero cuando hay más muerte que vida, la celebración se torna en todas las hojas marchitas. Y ahorita quisiera olvidar cada ausencia, quemarla como braza de copal.

Y no es lo mismo decir esto en mayo o febrero o junio, que a mediados de octubre. Porque hasta el olvido se olvida de sí mismo frente a una sandía o mirando los cielos que tardan en hacerse noche porque beben más luz y sones en guitarra. En cambio cuando ya es otoño, pega diferente. Y aunque no quiera, se hace el recuento de quiénes no están y quienes sí. Se van llenando los campos de cempasúchitl y hay algo negro, tan bello como jodido.

La Caminata

Llevo herido el pasado a caminar.

Anda suelto por la vereda
y va dejando un rastro desangrado.

Se adelanta de mi y vuelve la vista
con sus ojos incrustados de miel y oropel.

Cuando vi la tristecilla que cumbraba su mirada
cayó oprimido mi corazón
ante la nostalgia
y el reseco resplandecer
de las cummbres
que se alzaban como obscura tumba
para mi culpa y mi perdón.