Adagio (Cuento erótico)

 Por fin logro encontrar mi destino, mi pecho palpita y siento el sudor. No sé si es por el calor, los nervios, la caminada o ¿qué?, pero de pronto todos se vuelve más sensible en mi cuerpo; toco y espero.

Escucho su voz por el portero eléctrico, me abre para que pase. Subo la escalera del departamento y llego a su puerta mientras siento los nervios del otro lado, el calor, la respiración; la puerta comienza a abrirse...

Me llega esa sensación de que todo es blanco y luminoso. Un ángel, la chica que había estado esperando ahora está frente a mi con una sonrisa algo tímida e incierta pero con felicidad en los ojos. Da tres pasos hacia mi, me toma de la mano y sin decir una palabra me lleva dentro. Mis ojos y los suyos se miran.

Y sonríe.

Al entrar, ella con un súbito movimiento cierra la puerta y se voltea ante mi. Se acerca, siento su respiración agitarse."Te puedo besar" dice ella, algo que no esperaba. Yo, anonadado la tomo de la cadera y la acerco a mi. Huelo su piel, su cabello, una hermosa confusión de fuego y miel. Mis manos suben por su espalda y siento sus piernas temblando, la acerco más a mi y tomándola suavemente de la nuca llevo mis labios a los suyos.

 Esa era la calma, ahora viene la tempestad.

El fuego de su cabello es ahora una explosión volcánica de pasión, sus manos acarician todo lo que pueden, su cuerpo se acerca, borrando todo el espacio, al mío.

Me levanta la remera y comienza a besarme. Me besa mientras desnuda todo mi cuerpo y así, de pronto, un silencio en la pasión: Ella me contempla desnudo. Desnudo y listo para ella.

Se acerca a mi, pone sus manos sobre mis hombros y se cuelga de mi, no se preocupa de su tamaño ni de su peso se siente segura con mi fuerza, y así, vestida, levanta un poco su falda y mueve sus bragas para dejarme entrar.

Al principio es lento porque mi tamaño es mayor a lo que esperaba, pero consigo entrar. Ella se comienza a mover, buscando desprender de mi más pasión.

Yo la tomo por las piernas y la empujo hacia afuera y de regreso. Cada centímetro es una distancia milenaria de pasión que entra en ella.

La llevo contra la pared, ella siente el frío contraste del concreto en su espalda y sus nalgas, eso la excita. No se percata que le he desabrochado el sujetador y estoy levantando su blusa.

Ahora esta ella semidesnuda ante mi.

Sus pechos son perfectos, pesados, firmes, hipnotizantes, erotizantes.

Ella siente que al verle así, me pongo más duro, más firme, ocupo más espacio en ella.

La alejo de mi y poco a poco salgo de ese milagroso y humedo coño donde estaba. Lo hago tan solo para quitarle la falda y descubrir todo su sexo; lugar que mi lengua quiere sentir para satisfacer.

Ella levanta una de sus piernas y la pone sobre mi hombro, revelándome toda su intimidad. Mi legua juega con su clítoris en lamidas largas y haciendo la suficiente presión para que ella llegue al mar y se sienta golpeada por grandes olas sin jamás ahogarse.

No puede aguantar otro segundo sin mi y me empuja para quedar yo de espaldas ante su piso.Se avienta como una leona para tener mi pene dentro de ella.Arriba y abajo, ella sigue en el mar, sube y baja la marea
 su pelvis se contrae aún más, ella siente que me pongo aún mas duro.

Estoy a punto de terminar, pero se sale, ella quiere sentirse ahora cogida, quiere sentir que yo nos llevo al final. Nos gira para estar yo arriba y me pide que se lo haga.

Se lo hago salvaje y espontáneamente con movimientos de cadera que ella jamás había sentido. Mis embistes inundan su vagina y justo antes que me vaya a venir, el ritmo cambia a una cadencia de adagio y besos y así  ella y yo terminamos en un adagio...

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