Hay un gran vacío entre
mi corazón y mi guitarra.
Mis manos no recuerdan ningún acorde,
y me hace falta una musa para inspirarme.
Me siento ante el cielo, azul y profundo,
rezando por un verso, una melodía,
una nota aunque salga de tono.
Vuelo y respiro, sin escuchar sonido,
sin poder sentir una estela de música.
Puedo tocar viejas canciones,
pero saben más a silencio
y mucho menos a tu piel
en el borde de mi lengua.
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