Muchas noches sentía
que llagase pronto el día
que tus manos
me ahogaran la vida;
que la echasen fuera de mi
y decirte, cerrando los ojos:
No tienes que darme cuenta
a ciegas yo te he creído,
yendo por el mundo a tientas,
desde que te conocí,
pero ahora que todo lo veo,
con el pecho temblando
te digo:
"No hay dolor como el mío."
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