Sol de Invierno

Desnudo ante el sol de invierno,
creía que sería el final,
me bañaba en el agua helada
que caía por una tímida cascada.

De vez en cuando era lacerado
por hielo que caía enojado,
el agua, otrora pura y clara,
se teñía con un intenso rojo.

Trataba de esbozar una sonrisa,
porque estaba limpiando mi cuerpo,
pero era complicado sonreír
cuando mi piel se estaba helando.

La respiración era un nube densa,
tan unida que podría nublar cualquier risa,
tal vez por eso es que no reía;
porque apenas lograba respirar.

Me sentía frágil ante tanto frío y hielo,
sentía cada músculo idiotizarse,
ya casi no respondían, casi;
y yo seguía desnudo en el invierno.

Me dio sueño, allí parado en el agua,
la cascada me arrullaba; aunque helada,
era maternal la canción que cantaba;
quería descansar, desnudo en el sol.

Terminé el baño, no sabiendo si para bien,
porque con tanto frío en mi ser,
podría también haber sido para mal;
pero así me limpié y sangré.

Huellas en la nieve me llevaron a mi ropa,
verla tan sucia y yo tan limpio me asqueó.
No tuve ganas de siquiera tirarla al barranco.
Preferí caminar desnudo en el sol de invierno.

Hay cierto momento en el que lo puro
rechaza a lo sucio.
Es ése momento en el que mi cuerpo
rechaza la vestimenta.

Decidí, pues, ser puro, puro y limpio
y rechazar a lo sucio e impío.
Decidí ser el hielo y el frío,
y ser desnudo en el sol de invierno.

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