Un día de lluvia

Esta es una entrada diferente.

Recuerdo que tenías una alfombra en tu cuarto pintado de cielo,
una de tus puertas estaba detalla con un relámpago que siempre me distrajo.

Recuerdo los olores, un poco a humedad, a frío, a ti.
Recuerdo todas y tantas veces que cambiabas la configuración de tus muebles,
pero jamás cambiabas tu closet.

Era un cuarto muy femenino, en tonos azul claro, con peluches y trofeos.

Recuerdo bajar música pirata y ver videos prohibidos. Recuerdo la sensación de la tela de tu edredón.

Recuerdo tus cortinas, el sonido de madera raspando contra el suelo que indicaba la puerta abriéndose o cerrándose.

Pero hoy, hoy recuerdo la lluvia.

Recuerdo cuando estábamos los dos, dentro de tu habitación, después de haber hecho el amor,
o después de cualquier evento mundano, estar en tu alfombra, en tu tapete, estar en algún lado, porque las veces que sucedió fueron muchas, y ver y escuchar la lluvia.

Recuerdo el olor de tierra mojada y de tu cuarto en general.

Las lluvias golpeadas por el barandal de tu terraza, de la tuya y de su vecina, el árbol de ¿naranjas?, ¿toronjas?, ¿limones? Un árbol que no me acuerdo de que era, sé que no era de mango, como la canción.

Recuerdo los espejos. Una vez, años después me atormento una pregunta de mi amigo Victor.

Recuerdo la lluvia, de tu cuarto recuerdo la lluvia, recuerdo las tormentas, las chubascas y aquellas "chipi chipi".

Recuerdo amarte. Con locura y sanidad. Con desproporción. Con fuerza sísmica, con valores novelescos. Recuerdo amarte con celos y con celosía. Recuerdo todo.

Pero hoy recuerdo la lluvia. Mientras escribo esto, al principio era tan sólo un día, ahora, con las palabras, llega un monzón de días y ya se transformó en los días de lluvia.

Algo que no recuerdo es haber usado una sombrilla. ¿Paraguas? Para que necesitamos protegernos de la lluvia si nos amábamos un tanto y otro tanto más.

Que la lluvia se cuidara de nosotros porque la usábamos como combustible carnal.

Río de locura. Yo me río de mi propia locura. De lo que es tener un tatuaje. Un tatuaje en el alma.
Me sonrojo al pensar en los días de lluvia, en cómo y cuánto los disfrutaba, y disfruté. Ver el agua caer, sin preocupaciones, como era mi alma al estar contigo; ver el agua caer era premonición; porque una vez que cae, ya nunca se vuelve a levantar...
















... hasta que brilla el sol y la regresa al cielo azul.





2 comentarios:

  1. ¿Sabes? Estoy sentada entre paredes llenas de mí. De recuerdos y sueños.
    Tengo trabajo, mucho tal vez.
    Estás tú, en un lugar lejano y desconocido. No importa. Llegas rápido y eficaz con tus palabras.

    Podría decirte demasiado acerca de lo que provocas, de lo que siento al leerte, lo mucho que me gusta y lo arruinaría.

    Así que me largo. Es viernes. Planes, seguro hay.

    Hasta las demás vocales y letras, no importa pocas o muchas. Da lo mismo, siempre que sea alguna.

    Latcho drom

    Z.

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    1. Pues si no quieres que te escuche, no lo haré. El silencio muchas veces, aunque siempre son las menos, es también un cumplido.

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