Árbol

En la misma humedad que el día de ayer,
con la tierra fresca que acababa de llover
te vi de blanco y llevabas algo azul.
Terrea y fresca, como la orilla de la mar.

Sin dolor, solo humana admiración
por tu encantador sonrisa y suave voz.

Un árbol cuelga del cuello tuyo
como un blanco de envidia
de poder estar todo el día
acariciando tu piel 
y viéndote, siempre también, sonreir.


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