Sentada, sobre la alfombra,
con el sol alumbrando su frente,
dorando sus brazos.
La inmovilidad es la constante
y el negro de su cabello
es un monumento al arte.
Lo terrenal, lo celestial,
el viento, la marea,
son pequeñeces
y nimiedades ante su imperturbable ser.
Ella es. Es.
Sentada, sobre la alfombra,
con la ventana abierta,
las hojas nunca llegan a tocarla,
la lluvia no llega a mojarla,
solo el sol es lo suficiente valiente
para tostar su frente.
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