Dios de las Hojas

No tiene descanso,
como un dios oculto
en el ocaso,
como un muerto
que vive consecuente
a un fracaso.

Ya no llores, no solloces,
somo tu y yo ahora,
los mismos que fuimos antes.

Las ansias no causan delicia,
las manos que llevan la vela
solo alumbran las hojas caídas,
les tiran chispas para causar candela.

Más allá, las hojas son blancas,
se congelan con furia
y se rompen en hielo frío e iracundo,
allá los días mueren y aquí sangran.

Ya no llores, no solloces,
el dios está oculto
y no nos ve como hojas cayendo.

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