cada mentira que proclamó
enseñárselas, afrontarla con ellas
y aún así no sentiría un poco de vergüenza.
Aún me acuerdo como me miró,
sin muecas, ni dudas y yo la creí sincera,
de hecho me esforcé por creerle.
Podría jugar todos los juegos que aprendí,
podría cuidarme de sus trucos y trampas,
pero aún así, de todas formas,
perdería como lo hice ya.
Me juró a la cara, me rogó por confianza
y cuando se trató de ganar,
no dudo en salir ella y solo ella victoriosa.
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