Aún era de día, aún había luz sin luna,
presuroso es el paso del fugitivo,
cauto y sigiloso es su respirar,
exhalaciones calculadas, cautas.
Hierba bajo pisadas y no ramas secas,
el menor ruido ha de alentar al perro,
al guardia, al celoso sefardí.
¡Huye moro!¡Anda, corre!
Ella te ama y quiere tu vida, tu bien.
No quiere que mueras por su amor,
por el cópulo carnal que hubieron practicar.
Un pecado pagado por uno bien otorgado;
sabes, el padre dormía con su amante,
pero que tu, moro, rompieras tela virginal
es afronta blásfema para el viejo general.
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