mas me doy cuenta en mi obstinación.
A veces vuelvo, a veces anoto lo que siento,
y me doy cuenta que sueños y promesas se extraviaron.
Ni toda una noche sería bastante,
porque no tienes nada que decir.
Tu tan lejos de aquí,
te veo en un extremo,
y como te extraño, pero los pasos ya se dieron.
Derrochamos sangre y opacamos el cielo.
Ahora le tiro la llave a los secretos,
saco algunos empolvados para dejarlos
y volverlos a olvidar,
esta vez si que es de verdad.
El río tan frío y tan tieso,
me hace temblar al nadar,
para poderlo cruzar,
tendré que bautizarme en esas aguas de hielo cortante cual cristal.
Ya en la otra orilla te veré
y por fin aquel anhelo de satisfacción llegará sin demora,
y ya me sentire mas grande de lo que este cuerpo mortal,
de momento, logra contener
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