Relativo a la magia
El calor como muchas otras cosas es relativo. Sobre todo cuando no es del clima ni de la forma que el cuerpo se defiende. El calor del verbo estar, es muy relativo.
Puedes estar caliente por alguien y darte a alguien más, o darte a alguien por quien estás caliente. Puedes, incluso, darte a ti mismo.
Es también muy relativo el tiempo. No el tiempo del reloj, sino el tiempo que pasas con alguien, o pensando, o el tiempo cuando te duermes en la escuela.
Hay muchas cosas relativas y más que nada la forma en la que pasan las cosas para sus actores es relativa.
Todo esto lo cuento así porque me han pasado muchas cosas relativas en la vida.
Estaba caminando, un día como otro, o tal vez ese día fue especial porque me paso algo relativo, o no es relativo porque pasó. Uno de esos míseros casos que no te explicas si primero fue el huevo o la gallina; o la zorra se comió a ambos antes de averiguar.
Bueno como dije, iba caminando, por una de esas plazas o centros de lugares donde hay árboles y gente y vendedores de gomitas. Caminando para hacer algo, algo que no me acuerdo bien, pero me acuerdo qué pasó antes y que pasó después.
Pero para poder contar el pre y el after, necesito contarles de la vida y como toda historia que valga la pena contar tiene que ver con una chica.
Era en una palabra, o es, ya no sé, hermosa. Y para seguir, me encantaba, pero yo no creía gustarle, era de esas mujeres que son demasiado para uno, demasiado. Bueno pues, debido a mi falta de cojones un amigo empieza a andar con ella. Se vuelven novios y a mi se me revuelve el estómago. Él, en aquel pasado, era mi mejor amigo de la vida y del mundo mundial, ella el amor de mi vida y para joderlo estaban juntos.
Yo obviamente no hice nada, no me entrometí y tal vez suspiraba desahuciado todo el día por no haberle confesado mi amor a tiempo y haberla tenido para mi. Una lección que es cicatriz de vida y la uso ya como bandera.
Pero bueno, ellos cortaron, felicidad mía absoluta, y un poco y corto tiempo después ella me confesó su amor y yo le confesé el mío y nos juntamos y éramos muy, muy felices.
Ella era rubia y de tez clara, cabe aclarar.
Entonces estábamos él y yo en el centro de esta plaza y llegó una gitanilla, de esas que abundan y te quieren leer la fortuna, el futuro y las demás cosas por una "módica" cantidad de dinero.
Llegó ella muy mona a decirnos que si no leía estas todas cosas, yo la verdad me deslicé de su insistencia, pero mi amigo le dijo que sí. Él es una persona altanera que le gusta provocar y quería comprobarle a la gitanilla que no tenía poderes de nada. Comenzó a leerle el futuro, el presente, el pasado y creo que hasta le dijo la marca de su calzado. El punto real de lo ocurrido y que fue parte aguas fue que le dijo:
"Tu estás enamorado de una mujer rubia", "ella no te siente, ni nunca sintió nada por ti", "estás difamando y perjudicando a la persona que está con ella", "tú le harás mal a ambos por tu rencor".
¡Qué carajos!
¡¿Qué carajos?!
Ella estaba en su trance diciéndole todas estas cosas y yo enterándome de esto, no cabía la menor duda para mi. Me preocupé un poco, honestamente. Pero a fin de cuentas esto de la magia es para quien cree en ella y para aquellos que la usan; o tal vez no, tal vez sí existe y tal vez no estoy ya más con ella por que hubo magia negra.
A esto me refería de lo relativo, es relativo si existe o no la magia, es relativo.
Al finalizar la sesión, él molesto y pálido, y yo extrañado y protegiéndome la espalda para evitar un "Tu quoque, Brute, fili me", continuamos nuestro camino por la plaza y aún para mayor extrañeza, se nos acerca una mujer, atractiva ella y nos dice:
"¿Les gustaría aparecer en una película porno?"
No hay más que decir. nada más que: ¡¿Qué carajos?!
Y es así, las mujeres son relativas, al sexo, al amor y a la venganza.
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